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Últimas novedades sobre el proyecto EL.CA.NO

A pesar de las restricciones impuestas en Francia para combatir la actual pandemia, los astilleros Outremer en La Grande Motte, al sur de Francia, se las han ingeniado para funcionar al 70% de su capacidad durante la crisis sanitaria. De hecho, a mediados de abril los cascos ya estaban fuera del molde y la embarcación empezaba a tomar forma. Outremer asegura que esperan realizar la botadura en julio, tal como habían planificado inicialmente. La hoja de ruta original contemplaba la partida hacia finales de septiembre o principios de octubre del presente año. La cronología se planificó tomando en consideración la conveniencia de transitar el Estrecho de Magallanes en diciembre o enero a más tardar, para aprovechar la bonanza climatológica del verano austral en un área de navegación tan inestable.

A medida que nos llega información sobre las potenciales consecuencias de la crisis del coronavirus a largo plazo, queda claro que la vuelta a la normalidad dependerá de cuándo se ponga la vacuna a disposición de los ciudadanos, y de la velocidad a la que la población adquiera suficiente inmunidad para que puedan suprimirse las restricciones de movilidad. Lo que realmente me preocupa es que si la situación continúa siendo incierta en el resto del mundo y siguen aplicándose restricciones a la movilidad en algunos países, sería peligroso e incluso imposible hacer escala en algunos de los puntos de la ruta.

A pesar de mi innato optimismo, me veo obligado a aceptar que no es realista la previsión de partir este año y que no queda otro remedio que posponer la partida otro año más, con la esperanza de que para entonces sea posible realizar un viaje de esta envergadura. El lado positivo es que dicho retraso facilitaría que la travesía pudiera ser completada a principios de septiembre del 2022, exactamente 500 años después de la dramática arribada de Juan Sebastián Elcano.

 

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